ANIMAL
“La primavera pasa
lloran los pájaros
son lágrimas los
ojos de los peces”
Matsuo Basho (1644-1694) haiku
En el año 300 d.C., en China, el pintor Hsieh Ho escribe en su ensayo
sobre la pintura, seis principios que rigen a un artista.
El primero, de estos principios, consideraba que hay en la naturaleza
una energía o espíritu (Chi) que da vida a todas las cosas, con la que el
pintor debe armonizarse para ser capaz de infundir esta vida a sus pinturas.
El “Chi” se consideraba una presencia en todos los seres vivos,
humanos, plantas y animales, esa fuerza era la que quedaba impregnada en la
tela si el artista lograba alcanzar ese estado de armonía.
En las obras de Inés nos remontamos a esta antigua tradición donde la
práctica pictórica es una práctica espiritual, cuya percepción requiere de un
acto contemplativo, profundo e introspectivo, como un rito o una ceremonia.
La atmósfera de estas obras nos llevan a un estado de flotación y
vacío, en el cual las presencias que devienen de la niebla verde, se corporizan
en miradas abismales suaves y silenciosas.
Esta figuración metafísica es una sutil veladura sobre ese estado de
vacío, donde la suspensión temporal acontece y este bestiario toma vida de ese
otro espacio espiritual que se alcanza en la pintura.
Un margen a un mundo paralelo es abierto, un paso fugaz de energía
queda en la superficie de la tela, en ese instante somos testigos de la
inquietante mirada de un animal, que luego de atravesarnos como flecha, se pierde
en la bruma.
Fabiana Barreda